Dame la mano y déjame
llevarte a un lugar donde las penas se olvidan y las sonrisas persisten.
Cierra los ojos,
déjate que te acune el aire, que roce suavemente tu piel y te haga sentir libre.
Olvidemos el ayer, las
cosas que dejamos por hacer, y centrémonos en el presente.
Deja de llorar y de
insistir en buscar la felicidad, simplemente, cree en ella, y, sobre todo, en
ti.
Déjame ver una sonrisa
que provenga de ti, y enséñasela a quien te quiera y a quien te odio.
Enséñale al mundo que
no ha podido contigo, y, sobre todo, cree en ti mismo.