Avanzaba lentamente por la orilla del mar. Era de noche
y soplaba una fría brisa, pero que en esos momentos no era consciente de ella.
Mi mente se encontraba lejos de allí. Viajaba en el tiempo, en los recuerdos
que conservaba como grandes tesoros.
La primera imagen en recordar fue su sonrisa, aquella
que vi el primer día y que, en un momento, me cautivó. En ese instante supe que
era único y especial. Una persona que no olvidaré jamás.
Seguí viajando en mi memoria, reviviendo cada uno de
aquellos días vividos a su lado, situaciones que aunque no fuera nada destacado,
para mí era como elevarme a lo más alto.
Luego recordé las dudas que me atacaban, y siguen haciéndolo,
en los momentos en los que no sé de él, la desesperación que me da al pensar
que solo me veía como una amiga, y el dolor que me daría al perderle
completamente. Es eso lo que me echa para atrás y me impide continuar, el hecho
de decírselo y él no sienta lo mismo.
De pronto una pequeña ola me hizo volverme a tierra
firme, rozando delicadamente mis pies. Desorientada miré a mi alrededor, había
andado por un largo rato, alejándome bastante del principio del camino. Esto me
hizo pensar que después de haber recorrido un largo trecho, ¿por qué no seguir
disfrutando del presente? Ya vería a donde me llevaría el futuro y la vida.
Eso haré, disfrutaré del momento y ya descubriré como vendrá el nuevo viento.
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