lunes, 3 de octubre de 2011

Diecinueve años...


Diecinueve ya…

Empiezan a pesar antes de llegar…

Y son esos años en los que te das cuenta de las cosas.

A lo largo de los años te vas desatando esa dulce venda que no dejaban ver las cosas malas, la venda que te protegía de los grandes problemas de los que está compuesta esta miserable vida…

Y cuando llegas a la edad ya madura, es cuando cae al suelo y empiezas a abrir los ojos, y como es normal, la luz duele en ellos, cegándote… mostrándote la realidad… la verdad…

Es en ese momento cuando ves de que se compone el mundo, de la inocencia de la gente y de la maldad de los demás. Agradable inocencia que recibe palos continuamente, que es la primera en caer, la que la componen los perdedores. Tentadora maldad que manipula a su antojo y que gana, tristemente, siempre…

En verdad… los más listos son los locos, que ni ganan ni pierden, viven aparte en un mundo paralelo, en una vida más alegre que se compone de la fantasía de esa gente, y que no se dejan vencer por apariencias, no juzgan ni se vengan, simplemente pasan… se encuentran en la mayor utopía, creando el mundo perfecto, ese mundo que no existe, esa vida que no se vive…

Definiendo rápidamente, gritaría la puta vida que ahora mismo se tiene presente… una mierda para mucha gente... simplemente… es muy triste…

Para que engañarnos, las sonrisas alegran, pero acaban cayendo como todo. Las miradas ilusionan, pero también acaban desilusionando. Los abrazos complacen, pero acaban siendo puñaladas. Los besos se sienten, pero acaban mintiendo. Los gestos más simples y que creías sinceros, acaban perdiendo…

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